LA EVITACIÓN EXPERIENCIAL: DESÓRDENES EMOCIONALES

¿En qué consiste la evitación experiencial y qué problemas conlleva?

La evitación de experiencias internas tales como pensamientos o emociones que nos causan malestar por su contenido, se conoce como evitación experiencial. Se considera un factor de vulnerabilidad ante problemas emocionales. Cuando una persona sufre algún trastorno de ansiedad o depresión, pone en marcha mecanismos de control emocional orientados a minimizar su malestar. Estos intento, en ocasiones, pueden ser ineficaces, teniendo como resultado un aumento a medio y largo plazo, más que un alivio.

Una de esas estrategias para evitar emociones que nos hacen sentir angustia, es la supresión, es decir, intentamos eliminar tanto pensamientos como respuestas emocionales (forzamos sonrisas o intentamos disimular nuestra cara para que nadie se dé cuenta de cómo nos sentimos, evitamos expresar cuestiones que nos generan angustia de manera intensa, intentamos no pensar en esa imagen o pensamiento que nos horroriza, etcétera).

El experimento del "Oso blanco". La intención paradójica

Pues bien, en 1987, Wegner y colaboradores llevaron a cabo los experimentos del “Oso blanco”, para desvelar los efectos paradójicos de estos intentos de “no pensar en”. En estos experimentos, se les pedía a un grupo de participantes que no pensaran en el “oso blanco” (grupo de supresión cognitiva) y a otro grupo, que pensara tranquilamente en el oso (grupo control).

Tras el tiempo establecido para la tarea anterior, se les invitaba a decir en voz alta los pensamientos que les venían a la cabeza.

Los resultados de este experimento mostraron un que los sujetos del grupo de supresión cognitiva (los que de manera deliberada trataron de no pensar en el oso blanco), informaron de más pensamientos relacionados con el oso blanco que el grupo control (los participantes que podían pensar libremente en el oso blanco).

Este experimento demostró un efecto de intención paradójica que se tiene en cuenta a la hora de comprender cómo los intentos de no pensar en algo (que además va unido a una experiencia negativa), son ineficaces porque, además de no llegar a suprimirlos, suelen aparecer con más intensidad, activación fisiológica y frecuencia, lo que hace más complicado poder regular nuestras emociones. Los intentos de supresión pueden llegar a ser agotadores, requieren esfuerzos continuos a nivel mental como por ejemplo la atención y la concentración (esfuerzos conscientes para dirigir la atención a otros estímulos o pensamientos distractores), que quedarán afectados.

A todo esto, se le une la evitación conductual: como es lógico, si algo nos angustia o nos genera malestar, lo evitaremos. De esta manera, a corto plazo o de forma inmediata, conseguimos un alivio pero, a medio y largo plazo, el efecto es todo lo contrario. Lo que realmente estamos haciendo, es prolongarlo y manteniendo nuestro malestar.

¿Cómo puede ayudar la terapia psicológica en la evitación experiencial?

Es importante conocer bien el funcionamiento específico que tiene en cada uno de nosotros la presencia de los síntomas y el malestar, analizarlo y concretar exactamente qué mecanismos empleamos y que, de manera no intencional, estamos consiguiendo justo el efecto contrario al que queremos. Existen diferentes variables y parámetros a nivel mental y conductual que están asociados de manera consistente a un amplio rango de problemas emocionales. Para conocerlas, es necesario un análisis y evaluación por parte de un profesional especializado en la ciencia de la Psicología.